
By Marcos Aguinis
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Con el Cuadernillo de Actividades podremos desgranar y reflexionar acerca de las ensenanzas eticas de este libro que ha tenido una repercusion mas que awesome en miles de lectores.
L. a. Carta sobre el humanismo fue publicada por primera vez en 1947 a modo de apéndice a un escrito anterior sobre l. a. doctrina platónica de los angeles verdad. Si bien se inscribe en el landscape de una postguerra que, a los angeles vista de las ruinas resultantes de los angeles Segunda Guerra Mundial, se plantea un interrogante generalizado acerca de l. a. responsabilidad de los angeles cultura occidental de su ciencia, pero también de su literatura, de su música y, sobre todo, de su filosofía en l. a. catástrofe ocurrida, este texto de Martin Heidegger (1889-1976), al que no se tardó en atribuir cierto carácter programático, alcanzó rápidamente una gran acogida y despertó un interés que no ha cesado de incrementarse hasta el día de hoy.
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Lo habré hecho muy de prisa, descargando la tensión sobre mis pisadas porque demasiado pronto me encontré sobre la calle Schlossberg, en el otro extremo de Friburgo. Esa calle marca el límite de la Selva Negra. Me interné en el bosque. Mis zapatos se hundieron en la nieve con un crepitar sedante. Las coníferas vestían armiños: al rozar sus ramas se desgranaron sobre mis hombros con un breve susurro Jadeando, con la nariz roja y envuelta por la nube de mi aliento, penetré en la confitería que domina las laderas del Schlossberg.
Bueno, si conocen la mezquita es posible orientarse. Noté un cierto cambio en la actitud de ambos. Ben Aarón, en particular, tenía los rasgos más tensos. En pocas palabras ubiqué la ex residencia de mi familia. Cada pormenor se mantenía agudo en mi memoria como una lanza. Describí la calle, la calzada, el aspecto general de mi casa y las casas de los vecinos como si las estuviese contemplando. Ben Aarón, amablemente, pidió más detalles. Repasé habitación por habitación. Con agresividad. Ramlé se descubrió radiante ante mis ojos.
Prácticamente huyeron. Ella les siguió gritando desde la ventana. Hasta que el auto dobló en la primera esquina continuaron oyendo sus voces. Dejaron cajas con libros, vajilla y ropa en un ángulo de mi cuarto. Luego descendí mi equipaje y lo acomodé en el Volkswagen. A los pocos minutos arrancamos hacia Garmisch-Partenkirchen, vía Munich. Preferimos hacerlo por la autopista. El día era gris, como la mayor parte de los días invernales de Alemania. Mis compañeros lucían alegres a pesar de la riña.